
Colares y Sintra
Donde los Vientos Atlánticos Susurran los Secretos de las Viñas Antiguas
TRAVEL AND WINE
10/17/2025
Donde Reina el Ramisco
Colares es uno de esos nombres susurrados entre verdaderos conocedores. Su uva autóctona, Ramisco, da lugar a vinos de carácter hipnótico —elegantes pero estructurados, con una frescura salina que parece reflejar el propio océano. Estas vides, muchas de más de un siglo de antigüedad, se entrenan bajas sobre la arena para protegerse de los vientos intensos.
Esa misma arena, antaño considerada un obstáculo, se convirtió en la salvación de la región: protegió las vides de la filoxera que devastó Europa en el siglo XIX. Caminar por estos viñedos hoy es caminar por la historia viva —un fragmento de patrimonio vitícola que ha perdurado abrazando su fragilidad.
Visitar productores como Adega Viúva Gomes o Casal de Santa Maria ofrece algo más que una degustación: es una iniciación a la rareza. La atmósfera es casi monástica —barricas de madera, luz tenue, y la dignidad silenciosa de una familia que custodia un legado. Los vinos, al servirse, brillan con una elegancia del viejo mundo que desafía la moda y el tiempo.
El Arte del Viaje: De Lisboa a la Costa
El lujo en Portugal comienza sin esfuerzo en Lisboa, una ciudad donde el pasado viste la modernidad con encanto. Hospédate en el Four Seasons Hotel Ritz o en el Bairro Alto Hotel, donde el servicio parece intuitivo y los interiores reflejan la artesanía portuguesa. Comienza el día con una vista al río Tajo, pasea por las calles adoquinadas de Chiado, y deja que el ritmo de la ciudad se despliegue lentamente: un café en A Brasileira, boutiques de diseño y un almuerzo en Belcanto, donde el chef José Avillez convierte la tradición en arte.
Desde Lisboa, un trayecto privado conduce hacia el oeste, donde las colinas verdes de Sintra se elevan como un sueño. Palacios de tonos pastel —Pena, Monserrate, Quinta da Regaleira— evocan una época de grandeza romántica. Hospédate en el Tivoli Palácio de Seteais, una joya neoclásica con vistas al valle boscoso, donde una cena bajo candelabros se convierte en una lección de refinamiento discreto.
Desde allí, el camino hacia Colares es corto, serpenteando entre bosques de pinos y destellos del mar. El aire se vuelve más salino; la luz, más dorada. Se puede sentir el Atlántico antes de verlo.
Hay viajes que nos recuerdan que el lujo no trata solo de grandeza, sino de descubrimiento. A pocos kilómetros al oeste de Lisboa, donde la brisa atlántica suaviza el calor del verano y el ritmo del mar marca el día, se encuentra Colares, una de las regiones vitivinícolas más enigmáticas de Europa. Aquí, las vides crecen casi salvajes, enraizadas no en valles fértiles sino en arena —un paisaje de dunas y sal marina que ha dado forma a vinos como ningún otro en el mundo.
Para los viajeros que buscan sofisticación y alma, Colares se convierte en el capítulo inesperado de una escapada portuguesa que comienza en la vibrante elegancia de Lisboa, asciende por las colinas románticas de Sintra, y finalmente desciende hasta el borde del Atlántico, donde el tiempo se ralentiza y el vino cuenta una historia de supervivencia y elegancia.
Colares: El Sabor del Atlántico
En Colares, probar un Ramisco es una experiencia única. El primer sorbo revela tensión y gracia —aromas delicados de rosa seca, tierra y especias equilibrados por un núcleo mineral. Envejecidos durante años en antiguas cubas de madera, estos vinos se sienten atemporales, aristocráticos, casi literarios. Son el tipo de vino que invita a la reflexión más que a la conversación.
Para el viajero que busca más que novedad, esta es la esencia del lujo silencioso: rareza, autenticidad y lugar entrelazados. Disfrútalos en una cata privada junto al océano, maridados con mariscos tan frescos que parece que el propio mar ha sido servido en la mesa.






La Elegancia Silenciosa de Portugal
Al regresar a Lisboa por la tarde, la ciudad brilla suavemente, reflejada en el Tajo. Una última copa de Ramisco en una terraza sobre los tejados se siente como un secreto compartido. Portugal, en su gracia discreta, ha revelado algo raro: que el lujo reside en la coherencia, en el flujo perfecto desde la grandeza de Sintra hasta la serenidad de Colares, desde el murmullo de la ciudad hasta el silencio del mar.
En este pequeño rincón del Atlántico, el vino se convierte en memoria, y la memoria en arte.




Comer Junto al Mar
Una visita a Colares merece un almuerzo prolongado en un restaurante costero como Azenhas do Mar, donde las terrazas parecen flotar sobre las olas del Atlántico. Platos de pescado a la parrilla, almejas locales y patatas mantecosas se encuentran con la finura de un Ramisco envejecido. El maridaje es casi poético: mar y arena, sal y vid, historia y horizonte.
Después del almuerzo, pasea por los acantilados donde las casas encaladas se aferran a la roca, o conduce hasta Cabo da Roca, el punto más occidental de la Europa continental. Allí, con el viento en el cabello y el océano extendiéndose infinitamente frente a ti, comprendes la verdadera naturaleza de este viaje: el lujo como conexión —entre naturaleza, herencia y emoción.


